En un momento en el que solo nos sentimos seguros quedándonos en nuestras casas, en el que hemos cerrado fronteras, anulado vacaciones y viajes y renegamos de la globalización, ¿qué podemos hacer los traductores? ¿Quedamos relegados a convertirnos en expertos en “lenguas muertas”, filólogos de idiomas en desuso?

Según lo vemos en Tatutrad, ahora, más que nunca, se nos necesita. Abordamos un mal común a nivel mundial. Las dolencias son las mismas pero las expresamos en idiomas diferentes y con necesidades culturales distintas. 

Estos días hemos recibido cientos de mensajes en WhatsApp con vídeos de balcones italianos desde donde todos cantan el himno nacional para darse ánimo, de hogares españoles que salen a los balcones a bailar flamenco, jugar al bingo a distancia o aplaudir a las ocho de la tarde y pronto veremos cómo en otros países también hacen todo lo posible por expresar su identidad de grupo, de pertenencia.

Para mi hija pequeña, de ocho años, subir a nuestra terraza cada tarde a las ocho se ha convertido en la única conexión con el mundo exterior, grita a sus vecinillos que ve desde lejos, se saludan, se apuntan con linternas y aplauden, aplauden con una fuerza y unas ganas, que solo se parece a su emoción en la mañana de Reyes, cuando baja corriendo desde su dormitorio y ve el salón lleno de cosas, de regalos consumistas que hoy, solo unos meses después, ya no tienen ningún sentido.

La identidad, la cultura, la pertenencia son características humanas que nos han ayudado a sobrevivir y llegar hasta hoy. Ha habido antes plagas y pandemias pero esta tiene una característica diferente, la compartimos con el resto del mundo a tiempo real, todos estamos pasando por lo mismo, estamos en etapas distintas del proceso, pero estamos todos en el mismo “tajo”. Afecta de forma diferente a cada pueblo, cada cultura afronta peligros a su manera, ¿es casualidad que Italia, España e Irán sean de los países más afectados y donde el virus se ha extendido con mayor rapidez? Son culturas del abrazo, del beso, de compartir un café con amigos en el bar, de estar en la calle.

Recuerdo que hace ya más de 2 semanas (hace una vida ya porque desde que todo empezó los días parecen semanas), mis colegas traductores italianos me llamaban y enviaban mensajes diciendo: -¿Qué estáis haciendo en España? ¿Es que no estáis viendo lo mal que lo hemos hecho en Italia?-. Y tenían razón, no mirábamos, habíamos visto lo que ocurría en China y en Italia… pero no prestábamos atención, no tenía nada que ver con nosotros, estábamos informados de todo pero ajenos a lo que no ocurriera en nuestro pueblo.

Y ahí, justamente ahí es donde entramos nosotros. Nuestra labor es “hacer ver”, “abrir los ojos” al resto, a aquellos que no tienen la suerte nuestra de ser puente entre culturas, de vivir entre dos ó más aguas una vida multicultural.

Desde hace una semana en Tatutrad, hemos tenido un repunte de peticiones de traducción sobre temas científicos y sobre el coronavirus (Covid-19) y también seguimos recibiendo proyectos de cierta envergadura para portales de venta online y grandes empresas de presencia mundial que están estableciendo su política de acción ante la crisis. Es necesario que los mensajes lleguen a todos y, especialmente en estos momentos, de una forma cercana y tranquilizadora. Debemos conseguir que ese plan de acción ante la crisis de una empresa multinacional sea recibido por sus trabajadores en la fábrica de Linares como propio, que pareciera que lo ha redactado un familiar, alguien cercano y que se preocupa por ellos.

Ahora, más que nunca, no nos vale utilizar motores de traducción automática que ofrecen mensajes fríos y distantes, ahora más que nunca, necesitamos la cercanía de la palabra dicha para que todos la entendamos y la consideremos como propia. Ahora más que nunca somos ese eslabón cultural perdido que nos une a todos en una misma lucha.

El mensaje #yomequedoencasa, se ha adaptado a muchos países e idiomas:

Italia: #IoStoACasa #iorestoacasa

Euskera: #etxeanegonnaiz

Catalán: #joemquedoacasa

Francia, Bélgica: #jerestealamaison

Alemania: #ichbleibezuhause

Reino Unido: #istayhome

Galicia, Portugal y Brasil: #ficaemcasa

Polaco: #zostańwdomu

Checo: #ZustatDoma

Húngaro: #maradjotthon

Letón: #paliecmājās

Como profesionales tenemos una responsabilidad: dar lo mejor de nosotros mismos durante esta crisis y poner todos nuestros conocimientos lingüísticos y multiculturales al servicio de la ciudadanía, para que nos entendamos todos, para que no nos sintamos solos, para compartir el conocimiento diario que se genera en todo el mundo sobre el virus, para ayudar a que los investigadores puedan intercambiar sus impresiones y descubrimientos en los laboratorios, para que podamos acceder a plataformas de formación online durante nuestro “confinamiento”, en definitiva: para que esto no se pare, para que sigamos trabajando, reactivemos la economía desde casa. Es cierto que el coronavirus ha incidido especialmente en los intérpretes, que han visto cómo congresos y eventos que ya tenían cerrados se han ido cancelando y están ahora en casa intentando reinventarse o consultando a sus gestorías para ver qué pueden hacer para obtener algún tipo de prestación.

El interesante portal Slator publicaba hace unos días un artículo sobre el estado de las cosas (https://slator.com/industry-news/the-state-of-the-language-industry-as-coronavirus-goes-global/) con un gráfico muy autoexplicativo sobre cómo está afectando la pandemia del Covid-19 a la industria lingüística e incluía en el gráfico a las principales empresas de servicios lingüísticos del mundo (MMLVs):

Creo (o quiero creer) que esto es solo un parón ante el miedo y la incertidumbre momentánea, pero que en unos días todo se pondrá de nuevo en marcha, ya que lo que hacemos es de vital importancia para superar esta crisis. No podemos pararnos.

Estamos confinados, no acabados.

Autora

Rosario de Zayas Rueda