Como integrante de la industria de la traducción que hace sus pinitos en la universidad en forma de talleres, clases magistrales, intervención en maestrías, etc., siempre me gusta ponerme al día con los que se dedican a investigar sobre el gremio.
Los que nos dedicamos a la práctica de la traducción no encontramos el momento para reflexionar sobre procesos nuevos, últimas tendencias en investigación sobre traducción automática o sobre género en la traducción, en nuestro quehacer diario, de ahí que resulte tan enriquecedor parar durante unos días y escuchar interesantes comunicaciones sobre la tendencia en la industria de la traducción.
Por todo esto me pareció buena idea asistir como ponente al I Congreso Internacional sobre Traducción y Sostenibilidad Cultural. Envié mi propuesta de comunicación el pasado verano y la aceptaron sin problemas, así que, por primera vez iba a asistir a un congreso puramente académico dentro del campo en el que llevo desarrollando mi labor profesional desde hace más de 23 años: la traducción y la localización.
El lugar escogido para este encuentro no podía ser mejor. La Universidad de Salamanca durante la celebración de sus 800 años de existencia. Toda la universidad, y por ende toda la ciudad, engalanada para celebrar los ocho siglos de transmisión de conocimiento y cultura que propicia esta insigne institución. Pasear por Salamanca, trasladarse de edificio a edificio para asistir a las ponencias, me hacía sentir como uno de los estudiantes que pasa aquí sus años hasta titularse. No tuve la suerte de poder pasar mis años de estudiante en la que llaman “el Harvard de la traducción”, pero durante los días del congreso, pude experimentar las ganas de conocimiento que transmiten unos muros que han visto pasar a tantos personajes brillantes de nuestra historia y nuestra cultura. La sede principal del congreso fue la Hospedería del Colegio Arzobispo Fonseca y otros edificios aledaños, como el edificio Multiusos I+D+I.
Este primer congreso se vertebró sobre varias líneas de investigación: traducción literaria, didáctica de la traducción, post edición y traducción automática, estudios de género en el mundo de la traducción, traductología, lazos entre empresa y universidad, traducción audiovisual, accesibilidad de contenidos web, tecnología en la traducción, ingeniería de la localización, interpretación, y otros temas de relevancia para la comunidad universitaria y del mundo de la traducción en general.
La acogida de este primer congreso fue masiva, con la asistencia de estudiantes, profesores universitarios venidos de más de 30 países y personalidades de gran renombre académico como: Susan Bassnett, Dorothy Kenny, Pilar Sánchez-Gijón, Jesús Torres del Rey, Christiane Nord, Jorge Díaz Cintas y muchos otros grandes profesionales.
Me llamó la atención que no hubiera apenas empresas asistentes como ponentes ni tampoco como asistentes, porque creo que es necesario que la universidad y la industria mantengan un diálogo sobre las necesidades formativas de los futuros traductores, el entendimiento entre industria y universidad es indispensable para la profesionalización de los traductores.
Durante una de las mesas redondas, tuve la oportunidad de comentar a los asistentes que la labor que realiza la universidad es irremplazable, las empresas podemos instruir a los traductores que llegan a nuestras oficinas sobre procesos, herramientas que usamos a diario para mejorar la productividad y la calidad de las traducciones y a iniciarse en el sector, pero no podemos reemplazar el conocimiento que adquieren los estudiantes durante sus años de formación universitaria, no podemos enseñarles a TRADUCIR.
Durante las tres jornadas del congreso había ponencias plenarias para todo el público y después, comunicaciones en distintas salas de forma simultánea. Era imposible asistir a todo, así que me decidí por las comunicaciones sobre post edición, género y tecnología de la traducción principalmente.
El enfoque académico de las intervenciones podría parecer a primera vista que no sería de gran utilidad para alguien como yo, del mundo profesional, con una alta carga de trabajo de traducción diaria y sin mucho tiempo para pensar en cómo hago lo que hago desde hace más de 20 años. Pero estos días han sido de gran ayuda en mi madurez profesional, he podido cotejar que los procedimientos que seguimos en Tatutrad son acertados y nos reafirma en la creencia de que ofrecemos un servicio sobresaliente a nuestros clientes.
A lo largo de tres días pude aprender y meditar sobre otras posibilidades, nuevas formas y procedimientos para llevar mis proyectos mejor y ofrecer a los clientes el mejor servicio de traducción posible; nuevos procesos de post edición de traducción automática con revisión, últimas tendencias en el mundo del subtitulado, para poder así adelantarnos a los tiempos, permaneciendo a la vanguardia del sector de la traducción.
En Tatutrad, siempre intentamos acudir a los eventos más importantes del gremio para enterarnos de las tendencias en tecnología, memorias de traducción, corpus lingüísticos, y año tras años revisamos y depuramos los procedimientos tanto en el departamento de producción como en el resto de áreas de implementación empresarial.
En este tipo de congresos, el ingrediente humano es fundamental, las charlas en los pasillos, las conversaciones amenas con estudiantes llenos de ilusión por empezar a ejercer la profesión y el intercambio de impresiones con profesores universitarios. Todo ello se hizo posible gracias al cóctel que se celebró en un entorno único, la Capilla de la Hospedería, donde al menos 3 generaciones de profesionales pudimos intercambiar impresiones y compartir nuestra pasión por el entendimiento de culturas y la propagación del conocimiento multilingüe.
Gracias, USAL porque pude volver al trabajo con ideas renovadas para el nuevo año.
Autor/a: Rosario de Zayas Rueda
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